
Edward Hopper
Nighthawks 1942.
"Los no lugares no existían en el pasado. Son espacios propiamente contemporáneos de confluencia anónimos, donde personas en tránsito deben instalarse durante algún tiempo de espera, sea la salida del avión, del tren o del metro que ha de llegar. Apenas permiten un furtivo cruce de miradas entre personas que nunca más se encontrarán.
Los no lugares convierten a los ciudadanos en meros elementos de conjuntos que se forman y deshacen al azar y son simbólicos de la condición humana actual y más aún del futuro. El usuario mantiene con estos no lugares una relación contractual establecida por el billete de tren o de avión y no tiene en ellos más personalidad que la documentada en su tarjeta de identidad."
Éste es el tema que aborda Marc Augé en su libro "Los no lugares. Espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad" (Editorial Gedisa. Barcelona 2005. ISBN: 84-7432-459-9). La cuestión que se plantea es la adecuación del modelo que propone Augé al panorama actual. ¿Existen realmente estos espacios, y pueden vincularse a los aeropuertos, estaciones de trenes, donde las emociones de las depedidas, los reencuentros, los viajes a punto de comenzar se palpan e inundan el ambiente? ¿Hemos perdido nuestra identidad hasta el punto de no ser capaces de habitar los espacios en los que nos encontramos, de vivirlos?
2 comentarios:
muy interesante este libro.
después de leerlo empecé a preguntarme cosas sobre el lugar virtual tambien, tema del que se hace poco incapié en el libro porque entonces todavía el mundo virtual no se conocía. ¿Se habrán empezado a escribir ya libros sobre antropología virtual?
en cualquier caso, por internet rulaba un ensayo suyo, yo me lo imprimí. debo tenerlo por ahí. si lo encuentro os lo paso.
besos
Quizás deberíamos considerar los lugares, es decir, el espacio (inseparable, claro está del tiempo) no como entes propios, sino como la condición de posibilidad de nuestra experiencia. De esta forma, son nuestras experiencias las que dan sentido y valor a los lugares y momentos en que se dan. De esta forma, antes que espacios anónimos y deshumanizados, podriamos considerar estos lugares de transito como totalmente rebosantes y saturados de experiencias (desde la indiferencia a la pasión y el dolor) y por tanto de humanidad.
El problema surge con la duración, talmente efímera, de las experiencias en estos no-lugares y la falta de relación con ellos lo que los convierte en un mero contenedor de constante aparición y destrucción de experiencias. Realmente se produce una dicotomía en estos espacios saturados de humanidad y deshumanizados al mismo tiempo.
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